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lunes, 2 de abril de 2012

Waste Land


Cuando vivia en USA muchas veces viajamos en carro yo vivía en Washington   y mi hermano estudiaba en los Ángeles.
 Irnos en avión era mas barato y mas rápido, ya que nos íbamos deteniéndonos en todas partes, tomábamos la ruta del norte, el centro y por el sur atravesando el desierto por Texas, pero conocía ese enorme país, su gente y sus paisajes.
 En un abril estábamos en pleno desierto, en un bomba de gasolina perdida en medio de el, entramos a tomar café y vimos a un montón de personas, me pareció raro estando tan lejos de todo, parecía una convención de chiflados por el desiertos,, pero pescando conversaciones nos enteramos que iban a White sand, una base donde hacen pruebas de armas.
 Ni idea que se podía ir.
 Iban a visitar el sitio de Trinity donde se probo la primera bomba atómica,, según luego supe la base esta abierta durante dos días al año en abril y octubre.
 Lo de abril me llamo la atención por el poema de Eliot que empieza de esa manera “APRIL is the cruellest month “
 Claro que nos fuimos, no todos los dias uno puede entrar a una base supersecreta.
 Cerca del estacionamiento, uno apenas tiene que caminar, para llegar a waste land, el desierto vitrificado por el enorme calor de la explosión, donde por primera vez  el sol salio de la tierra, el sitio (“Filled all the desert with inviolable voice )

 Supuestamente cuando exploto en una torre metálica de 30 metros de alturas, para saber como era una explosion desde un avión abrió un hueco de mas de tres metros de profundidad y de casi un kilómetro de diámetro (“Burning burning burning burning/ O Lord Thou pluckest me out/ O Lord Thou pluckest”)
 La torre metálica se vaporizo, apenas sobresalen  unos tocones de metal que posiblemente en la epoca que exploto estaban enterrados, el lugar donde  cayo el sol esta marcado por un monolito de piedra y esta cercado, el cráter no es impresionante, la erosión ha hecho su trabajo
(“Sweat is dry and feet are in the sand”)
 En medio del seco aire del desierto uno no puede si no imaginar el poder para hacer esto.
(“Cracks and reforms and bursts in the violet air/ Falling Powers”)
 era una bomba muy ineficiente, y demasiado grande, pero estando ahí y viendo la tierra vitrificada por el calor.
 Casi podia sentir que alguien caminaba sobre mi tumba (“But dry sterile thunder without rain”)
 Viendo esa desolación el poema de Eliot no se salia de la cabeza. Pensaba que asi podia quedar mi ciudad, vivíamos en medio de la guerra fría, que era otra manera de continuar la segunda guerra mundial.
 Y era horroroso.
 A casi dos horas de ahí esta la ciudad de Alburquerque , en un centro comercial que el  contructor  juro que era la arquitectura española colonial, pero que al final salio un esperpento, esta el museo de la era atomica.
 Estan las fotos del proyecto Manhattan. En una de ellas aparece la foto de Oppeheier, demacrado, triste, casi un fantasma de hombre parado en medio del cráter (“There is the empty chapel, only the wind’s home”) rodeado de militares con igual cara.
 Aparecen la fotos de la explosión. Y luego de conocer el lugar, uno no puede si no estremecerse.
 En el museo nadie hablaba, apenas se oia un murmullo por aquiy otro por allá.
 Luego uno pasa a ver las replicas de las bombas atómicas originales, eran enormes, toscas. Pero llevaban el poder del sol en si (“Picked his bones in whispers”) y luego las mejoras del diseño hasta llegar a un misil Tridet I capaz de ser lanzado dese un submarino con diez cargas independientes guiadas por las luz de las estrellas, aun cuando sea de dia, cada una capaz de destruir una ciudad.
 Uno se pregunta, si la locura no tiene limites.
 Apenas uno se lo pregunta ve un cartel con la cita de Leo Szilard, uno de los propulsores del proyecto, que cuando vio los efectos trato, infructuosamente de evitar que se utilizara “Una nación que establece el precedente de utilizar estas nuevas fuerzas de la naturaleza con el propósito de causar destrucción, tendra que aceptar la responsabilidad de haber abierto las puertas a una era de destrucción en una escala inimaginable”
 Mientras seguía manejando por el desierto, las palabras de Szilard y el poema de Eliot se repetían continuamente.
 Y la imagen del desierto convertido en vidrio, era insoportable.
 Aterrador

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