Los monstruos y los borrachos
Hace unos días un pana me dijo para tomarnos unas birras antes del fin de año. Me pareció estupenda la idea. Vi la imagen de un grupo de personas tomando cervezas en un bar de una zona marginal, con la luz amarilla, una rocola tocando canciones lastimeras, y las cervezas sobre una mesa sin mantel y barata. El piso sucio, y unos borrachines peleando en la barra sobre la mujer de otro. Una atmósfera llena de humo y violencia.
¿Cómo iba a decir que no?
Cuando era estudiante nos íbamos a ese tipo de bares, en margarita o en caracas. Buscábamos los bares de San José o en la Baralt, donde había mujeres con exceso de peso y con licras para que se le notara los kilos de celulitis que mostraban como un atractivo sexual. Decíamos que íbamos hacer turismo antropológico etílico. Y veíamos a las personas como animales exóticos de un planeta lejano. Y tomábamos para olvidarnos que estamos estudiando la fauna exótica, tratando de matar neuronas de la manera más rápida, para dejar de pensar.
O quizás era solo perseguir al tanatos. A veces yo u otro se ponía a discutir con un borrachín, tratando de aplastarlo con nuestro intelecto y terminaba vomitando en medio del bar, una ves queriendo emular la discusión de Gargantúa con Pantagruel, una amiga se levanto el vestido y defeco sobre una mesa, solo nosotros entendimos el mensaje, los demás como buenos ignorantes la botaron del bar.
La idea era sencilla, primero hablar toda la paja posible consumiendo la mayor cantidad de licor, y luego cuando estábamos en el mismo nivel que ellos, llevarlos a una situación limite donde la agresión sea inminente, y en ese momento manipularlos, para calmarlos y crearles sentimientos de culpa. Era solo un juego y nunca, ninguno llego a darnos un golpe. Eso reforzaba nuestro sentimiento de superioridad.
En esa época solía ver a la mayoría de las personas con cierto desprecio. Y creo que todo el grupo también, podríamos estar hablando de cómo matar a todos los demás y a pesar que nos oyeran, no se enterarían de nada.
Una vez estando en un bar un bar de mala muerte, y casi totalmente borrachos, dos del grupo se ponen a jugar ajedrez mental. Yo apenas pude seguir las dos primeras jugadas, estaba, lo que las personas elegantes llaman “Peo” apenas sabia donde estaba mi mano.
De repente un tipo de una mesa contigua dice algo como,” yo mejor haría Cc3 pero el que estaba al lado del tipo Dice, “claro seguro que luego responderán Ac5 para luego mover el caballo a Cd5.
Creo que si en ese momento tenia algún vestigio de alcohol, este se evaporo. La sorpresa de todos fue mayúscula. Todos enmudecieron.
Eran dos borrachines de mediana edad, parecían totalmente inocuos e insignificantes.
Esa fue la ultima vez que fuimos a un bar y aprendimos una palabra extraña para nosotros; Humildad. Nos dimos cuenta que éramos tan inteligente como un mono y siempre existirán personas mejores que nosotros.
Creo que merecíamos ese escarmiento. Más nunca he pisado un bar de mala muerte por el temor de conseguirme a unos monstruos, de nuevo. Fue donde comprendí por fin el capitulo del libro de Feymann (el genio) sobre Wheleer, llamado “mentes monstruosas” yo juraba que Feymann estaba bromeando, pero hasta el se consiguió la horma de sus zapatos.
Esos son los eventos que cambian nuestra vida
¿Cómo iba a decir que no?
Cuando era estudiante nos íbamos a ese tipo de bares, en margarita o en caracas. Buscábamos los bares de San José o en la Baralt, donde había mujeres con exceso de peso y con licras para que se le notara los kilos de celulitis que mostraban como un atractivo sexual. Decíamos que íbamos hacer turismo antropológico etílico. Y veíamos a las personas como animales exóticos de un planeta lejano. Y tomábamos para olvidarnos que estamos estudiando la fauna exótica, tratando de matar neuronas de la manera más rápida, para dejar de pensar.
O quizás era solo perseguir al tanatos. A veces yo u otro se ponía a discutir con un borrachín, tratando de aplastarlo con nuestro intelecto y terminaba vomitando en medio del bar, una ves queriendo emular la discusión de Gargantúa con Pantagruel, una amiga se levanto el vestido y defeco sobre una mesa, solo nosotros entendimos el mensaje, los demás como buenos ignorantes la botaron del bar.
La idea era sencilla, primero hablar toda la paja posible consumiendo la mayor cantidad de licor, y luego cuando estábamos en el mismo nivel que ellos, llevarlos a una situación limite donde la agresión sea inminente, y en ese momento manipularlos, para calmarlos y crearles sentimientos de culpa. Era solo un juego y nunca, ninguno llego a darnos un golpe. Eso reforzaba nuestro sentimiento de superioridad.
En esa época solía ver a la mayoría de las personas con cierto desprecio. Y creo que todo el grupo también, podríamos estar hablando de cómo matar a todos los demás y a pesar que nos oyeran, no se enterarían de nada.
Una vez estando en un bar un bar de mala muerte, y casi totalmente borrachos, dos del grupo se ponen a jugar ajedrez mental. Yo apenas pude seguir las dos primeras jugadas, estaba, lo que las personas elegantes llaman “Peo” apenas sabia donde estaba mi mano.
De repente un tipo de una mesa contigua dice algo como,” yo mejor haría Cc3 pero el que estaba al lado del tipo Dice, “claro seguro que luego responderán Ac5 para luego mover el caballo a Cd5.
Creo que si en ese momento tenia algún vestigio de alcohol, este se evaporo. La sorpresa de todos fue mayúscula. Todos enmudecieron.
Eran dos borrachines de mediana edad, parecían totalmente inocuos e insignificantes.
Esa fue la ultima vez que fuimos a un bar y aprendimos una palabra extraña para nosotros; Humildad. Nos dimos cuenta que éramos tan inteligente como un mono y siempre existirán personas mejores que nosotros.
Creo que merecíamos ese escarmiento. Más nunca he pisado un bar de mala muerte por el temor de conseguirme a unos monstruos, de nuevo. Fue donde comprendí por fin el capitulo del libro de Feymann (el genio) sobre Wheleer, llamado “mentes monstruosas” yo juraba que Feymann estaba bromeando, pero hasta el se consiguió la horma de sus zapatos.
Esos son los eventos que cambian nuestra vida
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Etiquetas: autobiografia, inteligencia, relatos
3 comentarios:
Hola Luis...el cuadro que encabeza el texto me recordó El Origen del Mundo, de Gustave Courbet. Ya no se acostumbra mostrar el vello púbico en todo su esplendor, se ha vuelto tabú. Es un tema que me interesa jejeje, pienso escribir algo sobre el asunto. En fin...
Me gustó mucho tu texto. Es una anécdota maravillosa. La juventud es embriagadora en todo, aún en su soberbia. La vida nos enseña que siempre habrá alguien mejor y peor que uno, que todo es cuestión de ubicarse con humildad en el puesto de la fila que nos ha correspondido. Asunto de coherencia y buen sentido común, pues.
Un Abrazo!
Muchas gracias sluagh, esa pintura la hice hace como 20 años, cuando podia gastar en acrilico, por toneladas, ahora con los precios, no me atrevo hacer algo como eso, ya que no vendo lo pinto.
la modelo, se molesto conmigo, ya que juraba que la habia pintado fea y mas nunca quizo posar, no entendia el Impresionismo. Quizas tuve influencia en esa obra de Courbet, pero no recuerdo bien.
A mi tambien me ha llamado la atencion la falta de vello pubicos en las mujeres. Una posible explicacion la puedes leer en este mismo blog.
aqui http://opuscrisis.blogspot.com/2009/04/actrices-porno-y-vello-pubico.html
Hola de nuevo Luis...
leí el texto tuyo que me sugieres, gracias, cosas así es que estaba buscando sobre el tema peliagudo de los vellos púbicos...jejeje
Interesante ver también que en tu blog tienes a Magonia referenciada...ese sitio es una maravilla!!
Saludos!!
Sluagh/
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