La maldición de los ritos navideños

Existen algunos ritos navideños que son inocuos, como oír villancicos, poner el árbol de navidad o el pesebre, comer hallacas y pernil. Son cosas buenas, como ritos a veces los sigo a veces no.
Pero hay otros mas oscuros, la mayoría de las personas no suelen hablar de ellos, se les trata como a las deidades terribles, que no se les nombra, por temor, quizás el menos temible, pero no por ello menos horroroso es el de regalar cosas.
Recibir regalos es bueno, a mi me gustan que me regalen en navidad, y creo que a todos le gusta. . Pero el infierno comienza en comprare a los demás.
Trato en lo posible de no hacerlo, pero me arrastran a esas oscuridades, ir a centros comerciales atestados, con olor a adrenalina de gente frenética, mary como casi cualquier mujer, se pone a ver las vidrieras por horas, en algunos casos entra en alguna tienda, se prueba algo y luego sale, le digo que se compre eso, y vamos a la casa.
No oye mis suplicas, continua dando vueltas, probando, diciendo que no consigue el regalo para fulanita, que eso el encantara a zutano.
Por lo regular trato de pensar en algo mas interesante, pero las constante preguntas, sobre si eso me gusta, o le gustara a nosequien, lo impide, es una de las torturas mas sofisticadas realizada por el hombre, digo la mujer, contra nosotros.
Y cuando llego a la casa, tomo un libro para olvidar o por lo menos mitigar, el dolor la rabia, el enorme fastidio. Me pregunta ¿y por que estas bravo?
La mejor estrategia que he encontrado es no decir una palabra, cualquier cosa que se diga, provocara
a.-una enorme discusión.
b.-una serie de recriminaciones mutuas
c.- es una enorme perdida de tiempo explicarle la razón por la cual me fastidia estar metido en un centro comercial rodeado de una multitud frenética por 6 horas.
Cualquier cosa que se diga terminara en llantos o en una pelea..
Mantengo mi actitud hierática, hasta que se canse.
Y el otro, rito que no soporto, que de solo pensar en el me provoca temor, es el de pintar la casa.
Ignoro de donde salio esa costumbre, probablemente fue hecha por una mente diabólica.
Lo juro, podría pintar la casa una pared por mes, un techo cada 15 días.
Pero no, en diciembre, sin que sepa jamás de donde sale, aparecen una serie de potes de pintura, quizás una sociedad secreta los reparte en todas las casas. Juro que no los compro.
Y la mañana que menos me lo espero, me dicen.”Comienza con esa pared, ya sabes tienes que tener cuidado, pon periódico en el piso”
De nada valen mis suplicas, mis propósitos de enmienda, nada la mujer insensible y fría me mira como a un insecto que esta a punto de aplastar, y entonces acepto mi destino.
Eso es lo peor que se puede hacer.
Pintar una pared.
No me gusta, lo odio..
Cuando pinto una pared me comienzan aparecer una serie de imágenes, ada una peor que la otra, veo rostros torturados, casas quemadas, tierra arrasada, es realmente horrible, no comprendo como alguien puede pintar una pared sin tener esas imágenes que salen de la uniformidad de un solo color repetido hasta el hastío.
Esos son dos de los mas tenebrosos ritos navideños, de algunos otros a veces me salvo, como el de preparar las hallacas, pero no de comprar los ingredientes, y eso es horrible, y a los mercados como el guacaipuro o el de quinta crespo, donde no se puede caminar por los pasillos de la cantidad de personas, las caras malhumoradas, como la mía, cruzando miradas de odio, la pelea contra le vendedor, que por lo regular es un delincuente, y en vez de pistola utiliza factura para robarnos.
A veces, como en este año salgo ileso de esa experiencia extrema. Pero es por suerte, de chiripita, no siempre puedo decir lo mismo, pero de las dos primeras no me salve.
Ojala que le resto de las persona se salven de esa.
Aunque ya es un poco tarde para advertirlo ¿no?
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